El silencioso rescate de las iglesias afectadas por el terremoto

Un total de 22 templos severamente dañados el 27F ha sido rescatado en estos 10 años, con una inversión de $ 36.700 millones. Más de la mitad son monumentos nacionales, y en la mayoría se han habilitado museos o centros culturales. “El edificio que recibe fondos públicos debe cumplir un rol social relevante”, aclara Raúl Irarrázabal, director de Arquitectura del MOP.

Por: Romina de la Sotta Donoso

Solo habían pasado dos semanas, pero las devastadoras consecuencias patrimoniales del 27F ya eran evidentes. Según el primer catastro del Consejo de Monumentos Nacionales, el 31% de todos los monumentos ubicados entre las regiones de Valparaíso y del Biobío había sufrido daños graves. Con 8,8° Richter de intensidad, la magnitud del terremoto del 27 de febrero de 2010 impactó seriamente una geografía dominada por la tradicional construcción en adobe, que no resistió el golpe y que se hizo sentir con particular fuerza en las iglesias de Chile Central.

A un mes del sismo, la Oficina de Estadísticas de la Conferencia Episcopal emitió un informe que estableció que el 47% de los recintos religiosos del país había sufrido daños, en 12 diócesis, entre San Felipe y Temuco. En total, eran 440 templos y 105 capillas y casas parroquiales. De ellos, 82 tenían daños severos y probabilidad de derrumbes y 107, graves deterioros.

El informe, sin embargo, no especificaba cuántas de estas edificaciones eran monumentos nacionales o tenían valor patrimonial, condiciones que propician siempre la inversión del Estado en un rescate. 

El antes y el después de la iglesia de la localidad de Guacarhue, en la Región de O'Higgins.

A 10 años del terremoto, 12 iglesias declaradas monumento nacional gravemente dañadas en 2010 ya han sido rescatadas, a través de la gran maquinaria de reconstrucción que ha probado ser el Ministerio de Obras Públicas (MOP), a través de su dirección de Arquitectura. A ellos se suma la restauración de otros 10 templos no protegidos por la Ley de Monumentos, pero con valor patrimonial. 

La recuperación del patrimonio arquitectónico religioso es un ámbito poco conocido del esfuerzo realizado por el Ministerio de Obras Públicas en la reconstrucción tras el terremoto del 27F, tratándose de obras relevantes para ciudades y pueblos que tienen a sus iglesias como sus principales referentes de identidad, asegura el ministro (S) de Obras Públicas, Cristóbal Leturia

"Durante la década hemos entregado 22 templos restaurados, que involucraron una inversión fiscal cercana a $ 37 mil millones, y proyectamos que en los próximos años se iniciarán las obras en una veintena de iglesias que ya cuentan con los diseños requeridos y esperan financiamiento”, dice Leturia.

La inversión, de $ 36.700 millones, se ha financiado principalmente vía gobierno regional y Subdere y, según Raúl Irarrázabal, director de Arquitectura del MOP, corresponde a un hospital de mediana complejidad o a 15 comisarías. “Hemos ido acumulando experiencia desde el terremoto del año 2010, que marcó un antes y un después en la restauración patrimonial. Hoy se entiende que no es un maquillaje, sino un cambio que permite que un edificio se use y que dure 100 años más".

Antes, explica Irarrázabal, siempre se buscaba hacer un edificio nuevo, con la última tecnología. Ahora es al revés, se aprecian los edificios antiguos, que tengan una historia que contar”.

Con valor histórico

A menudo, el MOP ha debido enfrentar la pregunta respecto de por qué se destinan recursos públicos para reconstruir iglesias. “La verdad es que son espacios públicos e icónicos, y tienen una gran representatividad para la gente que vive ahí. Tienen un valor histórico, patrimonial y arquitectónico que va mucho más allá del culto mismo que se desarrolle dentro de la iglesia”, asegura Irarrázabal.

Además, da cuenta de otro cambio post 27F: “Muchas iglesias se han transformado en especies de centros culturales o sedes sociales de la comunidad, lo exige el Ministerio de Desarrollo Social, el edificio que recibe fondos públicos debe cumplir un rol social relevante”. 

Un buen ejemplo lo da la Iglesia y el Monasterio del Buen Pastor, en San Felipe. Después de la restauración de la fachada de la Catedral de Santiago, que costó $ 3.671 millones, el monumento nacional de Aconcagua representa la segunda mayor inversión del plan del MOP, de $ 2.678 millones.

El antes y el después de la Iglesia del Buen Pastor.

Construida en 1878 en albañilería de adobe, tiene muros de dos metros de ancho y 10 de altura. En lo estructural, se reforzó con una cadena de amarre en hormigón armado y exoesqueletos de madera, además de geomallas amarradas entre sí. Pero también se habilitó su museo de arte sacro y un nuevo centro cultural, que ya está funcionando con participación de la comunidad.

Le siguen, en cuantía de inversión, $ 2.543 millones, para la parroquia San Ambrosio de Chanco, en la Región del Maule, y la Iglesia de La Merced de Rancagua, con $ 2.489 millones. Esta última es monumento nacional, y su valor histórico radica en que allí se refugiaron O’Higgins y sus tropas del asedio realista en 1814. La de Chanco, en tanto, está en una Zona Típica, es decir, la protege la Ley de Monumentos, y se completó hace un par de meses. 

 “La iglesia de Chanco tiene mucho arraigo en la gente del lugar. Es una construcción sencilla, de adobe, pero con valor arquitectónico. Y como todas las iglesias rurales del Maule, se les ha construido una sala de uso público para la comunidad, con baños y cocina, que ya las están ocupando”, destaca Irarrázabal.

Parroquia San Ambrosio de Chanco después de su restauración.

El conjunto, de 1897, correspondía a la tipología del secano costero del Maule, con tejas de arcilla, patio interior y corredores, pero la mampostería de adobe quedó tan dañada, que fue demolida y reconstruida en torno a la casa parroquial, que sobrevivió. 

La Basílica del Salvador

Mención aparte merece la Basílica del Salvador. Muchos sospecharon que el 27F era su condena a muerte, pues el terremoto de 1985 había causado tal nivel de estragos que llevaba 25 años cerrada.

Construida en 1871 en ladrillo por Teodoro Burchard, sin refuerzos en acero y negando la naturaleza sísmica de Chile, Josué Smith le incorporó hormigón armado a la fachada en 1906. Ahora, fue intervenida parcialmente entre 2017 y 2018, con un costo de $ 1.667 millones

“Se hizo una estabilización estructural para que la iglesia no sufra daños si vienen sismos de mediana o gran intensidad”, apunta Irarrázabal. Con diseño del especialista Dino Bozzi, se le instaló una estructura metálica interior, una suerte de mecano, sostenida en micropilotes anclados a 24 metros de profundidad.

La Basílica del Salvador es el primer proyecto patrimonial con aisladores sísmicos. “Es algo inédito en Chile. Ahora se está terminando el diseño para el refuerzo estructural definitivo, y esperamos que el próximo año o a fines de éste, pueda ejecutarse, porque su valor no es menor; está cerca de los $12 mil millones”, revela el revela el director de Arquitectura del MOP.

Imagen que refleja el nivel de daño de la Basílica del Salvador.

Tal como la Basílica del Salvador, también están afinándose los criterios de ejecución de los proyectos de San Francisco de Curimón y San Francisco de San Fernando, y existen otras ocho iglesias que ya cuentan con diseño arquitectónico terminado o en elaboración.

Pero la carpeta de proyectos en desarrollo del MOP es aún más abundante: ya se está ejecutando el rescate de la parroquia San Francisco de Asís en Rancagua y, en paralelo, se están licitando Nuestra Señora de la Merced de Codegua y la capilla del Hospital San Juan de Dios de Chillán. En las próximas semanas se licitarán otras cinco recuperaciones en O’Higgins, Ñuble y Maule.

Irarrázabal es optimista respecto del futuro avance de los inmuebles pendientes: “El mecanismo está cada día mejor. Como el financiamiento es de los gobiernos regionales, son decisiones que no se toman en forma centralizada, sino que se toman en las regiones que quieren cuidar su patrimonio”.

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