Son distintos los sitios estratégicos utilizados por los narcotraficantes en el área central del país, los que usando sus redes y aprovechando las zonas con ausencia del Estado, han avanzado y han establecido distintos centros de operaciones en el Gran Santiago.

¿Qué tan profundo se ha extendido el fenómeno y cuáles son las áreas en que los traficantes se han enquistado en la capital? La Unidad de Investigación y Datos de La Tercera analizó las 730 causas por infracción a la Ley de Drogas tramitadas por la Corte de Apelaciones de San Miguel y la Corte de Apelaciones de Santiago en 2020 y el primer trimestre de 2021. Ambos tribunales concentran la totalidad de la jurisdicción de la Región Metropolitana.

En este análisis realizado por La Tercera, se identificaron las zonas donde la venta de drogas ha mostrado una tendencia al alza e, incluso, ha incrementado su presencia, de acuerdo a los registros del Poder Judicial y la Fiscalía. Y si bien la muestra general revisó los casos que tuvieron su origen en enero de 2020 en las cortes de Apelaciones, en el registro existen indagatorias cuyas fechas de inicio datan de fechas anteriores, debido a que fueron tramitadas previamente por el Ministerio Público. Así, en el “punto cero” del mapa, ya aparecen 403 causas, arrastrando algunas investigaciones que tuvieron su origen en 2015.

Al estudiar cada uno de los casos, La Tercera pudo identificar todas las direcciones y puntos específicos en que la policía detectó actividad relacionada al narcotráfico. Así, comenzaron a aparecer desde esquinas en que operan microtraficantes hasta verdaderos centros de operaciones, desde los cuales se coordinan acciones que incluyen la internación de drogas “duras” desde el extranjero.

Una de las primeras conclusiones que arroja el análisis, sustentado también en la opción de vecinos y expertos, es que existe un vínculo entre la ruptura del tejido social y el avance del narcotráfico y delincuencia. Hoy en la Región Metropolitana el gobierno trabaja con más de 500 dirigentes vecinales de 34 sectores, en 12 comunas, para aplicar el programa Barrios Prioritarios. Esta política pública surge de una necesidad alertada por los propios vecinos y policías: los nuevos focos de narcotráfico en las zonas de menores recursos.

Se detectaron 66 territorios de venta en vía pública, 695 casas que se ocupan como puntos de venta o de acopio de narcóticos, así como 53 residencias que se utilizan como laboratorios o invernaderos. El levantamiento de información también reveló que existieron 167 zonas en que imputados fueron sorprendidos transportando o internando narcóticos.

Esto arroja un total de 981 puntos dentro de la Región Metropolitana que han sido tomados por narcotraficantes para usarlos como trincheras para concretar sus negocios.

No es todo. El levantamiento arrojó la existencia de 34 casos en que el tráfico tuvo como escenario alguna de las cárceles de Santiago o Colina. Gran parte de estas causas fueron intentos de internación de droga, la que luego sería vendida al interior de los recintos penitenciarios.

Con la información recopilada, se asignó la coordenada GPS a las 981 direcciones detectadas y así lo logró crear un mapa que revelara el avance del narco en la Región Metropolitana. El estudio reveló que, si bien el fenómeno se encuentra extendido a prácticamente toda la ciudad, existen 16 zonas críticas en que el traficante ha logrado imponerse.

Entre las zonas que registran el mayor número de causas e incautaciones vinculadas al narcotráfico, se encuentra el cuadrante conformado por la Ruta 5 Sur, Autopista General Velásquez, Autopista Vespucio Sur y la Autopista del Sol. Se trata de un área compartida por las comunas Pedro Aguirre Cerda y Lo Espejo.

Otra zona caliente se encuentra en General Velásquez con la Alameda, cerca de los terminales de buses en Estación Central. La mayor parte de estas corresponden a detenidos que fueron sorprendidos tomando locomoción en dirección al sur y que tendrían escondido algún tipo de narcótico entre sus pertenencias.

El mapeo, además, evidencia otra realidad: la existencia de clúster que atraviesan más de una población o villa, así como otros que se encuentran radicados en un sector en específico. De esta manera, a modo de ejemplo, el registro arroja la existencia de una zona caliente que incluye la Villa El Almendral, Villa La Juanita y Bajos de Mena, en Puente Alto. Los límites están dados por la Autopista Vespucio Sur y Santa Rosa.

Y cuando se trata de problemas focalizados, la problemática se manifiesta con mayor fuerza en las poblaciones La Legua de San Joaquín, Carol Urzúa de Puente Alto, La Pincoya de Huechuraba, Valle de la Luna de Quilicura y San Gregorio de La Granja.

Respecto a los laboratorios y lugares de plantación de marihuana, el levantamiento de información arroja que esta ocurre con mayor frecuencia en la zona rural de la Región Metropolitana.

En la población Carol Urzúa de Puente Alto aparece uno de los clúster de narcotráfico. Un hombre mayor acepta conversar unos minutos con La Tercera, con la condición de mantener su anonimato. En esta zona, estar alejados de polémicas es un asunto de supervivencia. “De que han pasado cosas en la población, sí, todo el mundo lo sabe. Tuvimos a una cuadra de acá los cinco muertos en las máquinas de juegos, y fue por la droga”, relata.

La presencia del narcotráfico se siente, especialmente, durante las noches. “Los fuegos artificiales son casi todas las semanas. De 23.00 a 1.00 de la mañana. Y ninguna policía viene. Han bajado los disparos, eso sí. Como que los fuegos artificiales ocuparon ese lugar”, cuenta el vecino.

Pero no fue siempre así. “Aquí se terminó el club de fútbol que teníamos y se terminó todo el contacto que había entre las personas. Era el Deportivo Carol Urzúa, teníamos buenos jugadores y buenos infantiles. Pero por problemas que había con otros sectores, como La Esperanza, se terminó el fútbol y aumentó fuerte la droga”, indica el vecino.

La esquina de Elqui con Coyhaique, en Puente Alto, es otra zona rodeada por puntos de venta. Ahí, un hombre de la tercera edad relata que “llevo viviendo acá desde el año 1986, pero la cosa se ha ido poniendo peor”.

Respecto a la existencia de alguna organización vecinal, señala que “acá no tenemos ni delegados. Cada uno vive su mundo y lo mejor es ni meterse, porque te los echarás encima. Hay una comisaría acá cerca, pero igual no respetan y hacen sus cosas”.

El mapa, además, arroja otra realidad: cada vez que una “casa-narco” es allanada y neutralizada, es común que otra residencia en el mismo sector ocupe el lugar que quedó vacante.

Luis Eduardo Bresciani, director de la Escuela de Arquitectura de la Universidad Católica, explica los factores aprovechados por la delincuencia organizada: “Una de las condiciones que ha favorecido la aparición del narcotráfico es justamente algo que se percibe en estos barrios: cierto grado de homogeneidad, segregación social, falta de diversidad social, es un barrio que se caracteriza por viviendas construidas por el Estado hace muchas décadas”.

De acuerdo a Bresciani, otro elemento es la poca cohesión social y cuando se rompen las redes entre los vecinos. En el fondo, cada uno se preocupa de su metro cuadrado y desaparecen los espacios de convivencia.

La situación, no obstante, tiene una salida, en la cual los gobernadores pueden jugar un rol central. “El tema de la ciudad es esencialmente territorial. Y ahí las autoridades que gobiernan territorios son fundamentales para unir la construcción de infraestructura, generar equidad en la inversión pública, mejorar viviendas y planificar”, señala Bresciani.

Desde la Subsecretaría de Prevención del Delito, en tanto, indican que la institución trabaja en un programa de 34 barrios prioritarios y en el caso de la RM, estos se encuentran en 12 comunas. Añadieron que en esta iniciativa “los vecinos son actores esenciales” y que es “la propia comunidad, los vecinos y dirigentes, los que definen qué obra se realizará en su barrio, enfocadas siempre a dar más seguridad, más tranquilidad y mejorar la calidad de vida de estos territorios”.