yo lo vivi
La noche del 5 de junio de 1991 todos los chilenos se sintieron un poquito colocolinos. Por primera vez un equipo nacional ganaba la Copa Libertadores y todos los rincones del país se llenaron de celebraciones. Este interactivo recoge 30 de los casi 300 testimonios que La Tercera recibió durante los últimos dos meses; historias que se vivieron antes, durante y después de un triunfo que, tres décadas después, nadie ha podido olvidar.
icono de comillasMe acuerdo que llegamos como a las 4.00 de la tarde al estadio (el partido era a las 8.00). Había una espera entretenida pero, al mismo tiempo, un gran nerviosismo. Era increíble ver el estadio tan lleno, con amigos de la U, Cobreloa o Unión Española, porque ese día Colo Colo representaba a Chile y todos sentían que era la oportunidad de lograr una gran hazaña, ser campeones por primera vez de algo importante en nuestro querido fútbol”.

icono de comillasMi hermana trabajaba en la sede de Cienfuegos 41 y me consiguió una práctica de contabilidad, viviendo toda la locura de la venta de las entradas. Ese fue el comienzo de mi vida ligada a Colo Colo, viviendo desde adentro esta historia, llena de alegrías, tristezas y esperanzas, con el orgullo de trabajar en el mejor lugar de Chile”.

icono de comillasDesde la inauguración del estadio en el 89 iba a todos los partidos, pero a la final mi mamá no me dejó ir. Tenía 15 años y le daba miedo que me pasara algo. Quedé con una espina clavada y me tomó muchos años entender la preocupación que tenía por su hijo chico, reconciliarme con esa decisión. Hasta hoy me pide disculpas”.

icono de whiteQuotesTenía 10 años y fui a celebrar en una caravana, arriba de un camión gigante”.
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icono de comillasSoy de un pueblo rural que se llama La Canela de Longotoma, en la Quinta Región. La señal de Mega no llegaba y un grupo de hinchas subía en camionetas a la cima de la cuesta de La Canela para ver los partidos, se conectaban a una tv blanco y negro, con una batería de camión. Imagínense a ese grupo, gritando los goles en medio de la oscuridad, en la punta del cerro. Yo tenía 13 años y mis padres no me daban permiso para ir, era muy tarde y hacía un frío tremendo, así que me conformaba con escuchar los partidos en una radio a pilas, con el relato de Wladimiro Mimica”.

icono de comillasEn esa época vivía al lado del restaurante Don Carlos, que estaba en Sebastián Elcano y donde Colo Colo hizo la celebración del triunfo. Un amigo tenía una invitación a la cena, porque trabajaba en una de las empresas auspiciadoras. Cuando llegamos al control que Carabineros había puesto, nos presentamos con nuestros nombres, muy seguros. Nos dejaron pasar pensando que éramos alguien importante, no se atrevieron a preguntarnos. Así llegamos al restaurante y pudimos celebrar esa noche con el equipo y tocar la tan esquiva, hasta ese momento, Copa Libertadores”.

icono de comillasHabía fallecido un vecino en la casa contigua, y lo velaron ahí la noche que Colo Colo jugó la final. Mi familia asistió al velatorio y yo, solo en mi casa, escuchaba los rezos, que continuaron durante el transcurso del partido. Por respeto, baje el volumen de la TV al mínimo y cuando metían los goles yo los celebraba y ‘gritaba’, pero ‘en mudo’. Hasta tiré challa y serpentina, pero siempre ‘en mudo’, por respeto”.

icono de comillasEse día tenía un certamen. El profe lo entregó, fui a su escritorio, y lo dejé encima. Me preguntó qué me pasaba. Lo miré y le dije: 'soy colocolino a muerte, no puedo pensar en otra cosa que no sea este partido, haga lo que tenga que hacer no más, no se preocupe'. Me sonrío y me dijo que me fuera, que me iba a tomar el examen otro día”.

icono de whiteQuotesNo había pasajes y mi viejo le rogó al chófer, le inventó que mi mamá estaba hospitalizada en Santiago (aunque la trompeta se notaba dentro del bolso de viaje)”.
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icono de comillasVivía con unos compañeros de la Universidad Católica de Valparaíso y el día de la final estábamos todos reunidos, muy expectantes. Se nos había unido mi polola, con quien íbamos a ser padres prontamente. El triunfo de Colo Colo nos llenó de alegría y, a los pocos minutos del final del partido, mi polola empezó a sentir fuertes dolores de parto. El mismo grupo de amigos con los que estábamos nos acompañó al hospital y horas después nacía mi hijo Philippe. ¡Mi equipo de toda la vida había alcanzado el cenit del fútbol latinoamericano y yo había sido padre por primera vez!”.

icono de comillasCerramos la noche como a las 5.00 de la mañana, viendo el partido en el VHS que nos había grabado mi mamá, y comiendo pollo asado con papas fritas”.

icono de whiteQuotesMenos mal que llevábamos el diario del día para las antorchas que prendimos en el segundo tiempo”.
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icono de comillasMi papá un mes antes compró un televisor a color de 14" y tuvo que fabricar una antena de aire muy alta para captar la señal. Vinieron varios vecinos a ver el partido a mi casa, incluso hinchas de la U. Cuando terminó todos se abrazaban y lloraban, incluso cayeron unos maceteros y adornos de mi mamá, pero con la emoción no importaba. Yo tenía una camiseta de Colo Colo que mi papá me compró en una feria en Curanipe: no me la saqué en tres meses”.

icono de comillasTrabajaba en el Parque Arauco. Mi jefa no me dió permiso para salir temprano, así que a las 8.00 me cambié de ropa y arranqué. Cuando me revisaron en la entrada del estadio se rieron de que llevaba en mi cartera la falda y los tacos de mi uniforme”.

icono de whiteQuotesLo vi acostado, por cábala”.
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icono de comillasHice fila toda la mañana para comprar la entrada y fui solo, aunque en el estadio éramos todos amigos. Llegué a mi casa a las 7.00 de la mañana y, en el camino, me robaron la billetera. Días después un tío Carabinero me llama y me cuenta que trabajó dándole protección a Olimpia en el estadio, y que un jugador le había regalado su camiseta. Me la vendió y, desde entonces, la tengo como trofeo de guerra”.

icono de comillasVi la final junto a mi madre y mi primo, ‘colados’ en el Estadio Monumental, donde mi papá trabajaba. A él le correspondía abrir y cerrar las puertas del estadio, así que nos quedamos acompañándolo hasta terminar. Llegamos como las 4.00 de la mañana a la casa, cansados pero felices”.

icono de whiteQuotesMi papá, que trabajaba en la micro Ñuñoa Vivaceta, me dijo a mí y a mi primo que fuéramos en la micro al estadio, así también él aprovechaba de trabajar en la vuelta a casa. Cuando llegamos ya habían como 20 micros estacionadas, pero nosotros llevábamos además una tele de 5” para conectar en el encendedor de la micro, que era nueva. Empezamos viendo el partido los tres, pero tras el primer gol los demás se dieron cuenta que teníamos la tele y terminamos más de 50 personas arriba, mirando esa pequeña pantalla”.
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icono de comillasEstaba de viaje en Miami junto a mis padres y mi papá tenía un amigo cubano que conocía un bar donde transmitían el partido. Entrando el guardia me detiene y me pregunta mi edad. Titubeando respondí: '11 años' y me dijo que no podía entrar. Mi papá se dio vuelta, y me miró con frustración y tristeza. Pensé que iba a solidarizar conmigo ¡pero me fue a dejar a la casa y volvió al bar! Eran las 5.00 de la mañana y no llegaba, mientras que yo pasaba canal por canal en la TV, sin encontrar información. Cuando finalmente regresó, lanzó un grito: '¡somos campeones de América!'. Nos abrazamos y lloramos arrodillados; creo que esa sensación de unión y alegría fue como haber estado en el mismo estadio”.

icono de whiteQuotesMi madre ‘se hizo pichí’ en medio del partido, estaba tan lleno el estadio que no se podía llegar al baño”.
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icono de comillasTenía 13 años. Fui al partido con Boca y, en medio de ese ambiente festivo, intentaba terminar de leer El niño que enloqueció de amor, de Eduardo Barrios. Al otro día era la prueba y, aunque varios pedimos aplazarla, nuestra profesora respondió con un contundente NO. Ese partido (la prueba) lo perdí por goleada, ¿pero quién podría leer un libro en medio de tan mágico momento para nuestro fútbol, escaso de gloria?”.

icono de comillasPara cada partido los de la Garra Blanca viajábamos desde Valparaíso a Santiago en un bus. Ese día llegamos a las 6.00 de la mañana de regreso y a las 7.00 ya me estaba levantando para ir al colegio, como le había prometido a mi mamá, con una sonrisa de oreja a oreja después de ese logro único en la historia del país”.

icono de comillasVivía en Constitución y no teníamos Megavisión en la ciudad, pero había un empresario maderero que tenía una antena parabólica y captaba canales de distintas partes, señal que uno podía agarrar si estaba a 100 mts. a la redonda. Para los partidos la gente se instalaba en las calles, alrededor de su propiedad, con televisores que hacían funcionar con baterías. A mí, por suerte, solo me bastó girar la antena del techo de mi casa”.

icono de whiteQuotesAl celebrar el tercer gol, fue tanta la emoción que golpeé la muralla y cayeron dos cuadros. Mi sobrino de 1 año y medio se puso a llorar, me castigaron ¡y no pude terminar de ver el partido!”.
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icono de comillasEstaba en primero básico y vivía en San Ramón (población La Bandera), en una casa de madera con ventanas de plástico. Esa noche con mi abuela, padres y tíos salimos a la Avenida Santa Rosa a celebrar, y para la navidad de ese año le pedí al Viejo Pascuero la camiseta de Morón, que era mi ídolo. Me la gané gracias a tener el segundo mejor promedio de mi curso (a pesar de las dificultades económicas) y los domingos iba a la cancha con mi traje de Morón. Era un sueño hecho realidad”.

icono de whiteQuotesVeíamos en familia el partido de Colo Colo, aunque éramos del Fernández Vial. Yo tenía 6 años, empezando a cambiar los dientes, y ese día estaba moviéndome uno, hasta que terminé sacándomelo. Entonces me vino una hemorragia terrible y mi papá me tuvo que llevar de urgencia al dentista. Le arruiné a ambos el final del partido y la celebración. Sigo siendo del Vialito, pero tengo un diente del Colo”.
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icono de comillasUn amigo me dijo: 'Llora y celebremos, que esto no lo volveremos a vivir por lo menos en 20 años'. Han pasado 30 ya, y aún nadie repite la hazaña”.

icono de comillasEstábamos en familia en Curicó tratando de ver el partido con una antena de olla, para captar la transmisión de Mega de Talca o San Fernando. Nos turnábamos para que no se perdiera la señal”.

icono de whiteQuotesMi papá sacó su escopeta y disparaba al aire. Nunca lo olvidaré, los más lindos recuerdos en mi infancia”.
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icono de comillasNunca había visto a tanta gente en las calles. Desde las concentraciones del Sí y el No que no veía multitudes así”.

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Créditos

Coordinación y edición: Tania Opazo

Investigación testimonios: Rodrigo Retamal, Ricardo Olave

Diseño: Verónica Calderón

Desarrollo web: Milexys Ferrer

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