Mi papá se caracterizaba por ser muy transparente, se mostraba tal cual era, no ocultaba nada. Entregaba mucho cariño siempre, de hecho, mi hijo mayor lo recuerda como un tata muy alegre.

Le gustaba acampar y estar en la naturaleza, nos contaba que en sus años mozos fue scout, así que cuando le mostré las cosas de camping que había comprado, se entusiasmó altiro y se fueron con mi hermano chico, la polola y el hijo a la Isla Orrego, a esperar la Noche Veneciana.

Cuando con mi señora y mi hijo mayor salimos del edificio después del terremoto, ya estaban pasando los bomberos con sus sirenas evacuando a la gente. Era muy extraño el contraste entre las personas que gritaban desesperadas porque querían ir a buscar a sus familiares a la isla y las personas que venían del carrete, que se tomaban todo para la chacota. Estuvimos cerca de la carretera hasta que amaneció y ahí recién vimos la isla devastada.

Tania fue la única que sobrevivió. La ola la arrastró de alguna forma a la orilla. Gracias a Dios, pudimos encontrar los cuerpos de Emmanuel, a mi papá y al hijo de Tania. Aparecieron en distintos lugares, las semanas siguientes.

Me gustaría que los recordaran como ellos eran, siempre alegres, positivos, nunca los vi enojados ni tristes, aunque tuvieran problemas, como toda la gente. Siempre estaban con una sonrisa. Los tengo presentes por su forma de vivir la vida, por cómo disfrutaban. Esa es la manera en que los recuerdo. Mi hijo también los recuerda así, como un tío y un abuelo alegres, que entregaban mucho cariño.