A mi tío lo recuerdo como una persona muy alegre, el alma de la fiesta. Lo que más le gustaba era compartir con sus amigos y familia, uno siempre se sentía muy a gusto con él, con sus tallas y sus bromas. Era repostero. Cada vez que íbamos a su casa estaba preparando tortas y nos dejaba crema con manjar aparte para que yo y mi hermana probáramos. Siempre me acuerdo cuando me decía: “hija, cuando usted se case yo le voy a hacer la torta más linda que se pueda imaginar”.

El día del terremoto mi tío se encontraba en Dichato. Estaba de vacaciones con su esposa, su nieta de cuatro meses y un matrimonio amigo. Ellos corrieron hacia un cerro, pero allá se dieron cuenta que a la pequeña no le tenían leche, ropa, pañales, nada. Así que cuando se levantó la alerta de tsunami, mi tío decidió bajar a buscar algunas cosas para su nieta. Hizo tres viajes y, en el tercero, fue a buscar el auto de un amigo para poder regresar a casa o, al menos, tener un lugar donde pasar la noche si no podían volver. Es en ese instante llegó la ola y no volvimos a saber de él.

Lo que le diría a mi tío es que se le recuerda con mucho cariño. Que nos hace mucha falta, en cada junta familiar siempre hacen faltas sus bromas.