Mi padre era un hombre al que le debo muchos de mis valores. Fue muy trabajador, hasta que le llegaron sus problemas de salud. Era estructurado, sistemático, muy discreto y, a pesar de no tener muchos estudios, era muy educado. Fue mi pilar de apoyo, como padre y como abuelo de mis hijos. Un hombre preocupado de que nunca nos faltara nada. Era enfermo crónico, sufría del corazón y, sin embargo, se mantenía estable. El día del terremoto mi papá estaba durmiendo en la casa familiar, donde vivíamos con mi hermano y mis hijos. La casa era de adobe. Cuando empezó a temblar muy fuerte mi hermano fue en ayuda de mi padre y en ese momento empezaron a derrumbarse todas las paredes interiores. Mi papá fue aplastado por una de estas paredes. Tu ausencia por la forma en la que Dios decidió llevarte ha sido difícil de superar. He tenido que aprender a llevar la vida sin ti y dejarte volar, para que puedas descansar en paz. Padre ya han pasado 10 años y quiero que sepas que siempre estás presente en mi vida y la de mis hijos. Te amamos mucho.