Osvaldo Alejandro Gómez González
6 septiembre 1972 - 27 febrero 2010
Lugar de fallecimiento:Constitución, Región del Maule
Causa:Politraumatismo severo
Mi hermano era un hombre muy cariñoso, sencillo y alegre. Si alguien necesitaba algo él siempre ayudaba, era muy buena persona. Lo que más recuerdo es que era muy preocupado, de hecho, mi hermana fue mamá soltera y él no dudó en tomar el rol de papá de mi sobrina, a pesar de que ya tenía una hija.
Cuando salió de cuarto medio se metió al rubro de la pesca y estuvo muchos años en eso. A nosotros no nos gustaba, porque lo veíamos a lo lejos, incluso a veces se iba seis o siete meses. Mi mamá sufría mucho. Nos costó sacarlo de ahí, pero un día tomó la decisión y se cambió de trabajo. Pero eso solo duró cuatro meses, porque ahí vino el terremoto.
Esa noche él estaba en la casa de mis papás, en Constitución, y cuando empezó a temblar calmó a mis hermanas y a mis primos que estaban con él. Los sacó a todos y los hizo subir el cerro. Cuando llegaron arriba les dijo que no bajaran hasta que él volviera. Bajó y se acercó al río para ver si mis papás habían cruzado desde la Isla Orrego, donde se encontraban.
Entonces escuchó un silbido: era mi papá. Por la oscuridad no pudo verlo, pero a gritos le preguntó con quién estaba y quienes quedaban en la isla. Mi papá le respondió que estaba con mi mamá y mi primo Osvaldo, quién los había cruzado a ellos y a otras personas de regreso a Constitución. Mi hermano le dijo que subieran al cerro, que todos estaban allá.
Esa fue la última vez que hablaron. Mis papás subieron y suponemos que mi hermano se quedó buscando algún bote para ir a salvar a los que quedaban en la isla. Ese mismo 27 un vecino avisó que mi hermano estaba abajo de un puente. Lo fuimos a buscar y era él. Siempre fue bueno para el agua, pero le cayó encima el panel de una casa y creemos que no tuvo por dónde salir.
Primero quiero darle las gracias a mi primo, Osvaldo González Orellana, porque él salvó a mucha gente y a mis papás. Le voy a dar las gracias hasta el día que me muera. A mi hermano decirle que lo extrañamos siempre. Era muy pelusón y eso es lo que a veces nos falta. Si íbamos a una fiesta él era el primero en alegrarnos. Lo más penoso es que mi hermano dejó a su hija tan chiquitita pero, antes de irse, le dio todo para poder salir adelante. Ahora, con 23 años, ella se recibió de profesora.
Loreto Gómez, hermana de Osvaldo
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