Mi hijo Pedrito Antonio era muy especial: alegre, simpático, amistoso y muy buen mozo. Cuando sus compañeros no tenían trabajo lo iban a buscar y él los ayudaba. Tenía un corazón abierto para todos. Fue mi único hijo y sola lo saqué adelante.

La noche del terremoto estaba trabajando en Talcahuano, en la construcción de un muelle. La obra estaba atrasada y como tenían que entregarla en una fecha específica, les pidieron a algunos de los trabajadores que hicieran horas extras en la noche. Justo Pedrito Antonio trabajó esa noche y con el movimiento del terremoto cayó del muelle al mar, eran unos ocho metros desde la superficie hasta donde él estaba. Murió ahogado y yo creo que ni siquiera alcanzó a vivir el tsunami.

Me gustaría decirle que no hay corazón más afligido que el de su madre, por su muerte. Todos los de Molina y quienes lo conocieron de Curicó, lo vamos a recordar con lágrimas. Yo he visto cómo hablan de él y lloran, porque no pueden creer que se haya muerto. Te fuiste, pero algún día nos vamos a juntar, algún día te vamos a ver de nuevo todos los que te amamos.