Mi hijo tenía 24 años y estudiaba Medicina Veterinaria en la Universidad de Concepción. Era un gran lector y también le gustaba escuchar música, desde la Clásica hasta el Rock, que era su pasión. Tocaba guitarra y le encantaba sacarles fotografías a los animales.

Él era muy carismático y querido por todas las personas que lo conocían. Maduro y responsable, siempre buscaba el lado positivo de todo el mundo. Decía que todos los seres humanos tenían sus falencias, pero que si uno no los ayudaba a superar sus problemas, no podía criticarlos.

Ese día estábamos en el Hostal Mariscadero, propiedad de nuestra familia. Esto queda en la localidad de Mariscadero, comuna de Pelluhue. Esa noche nos quedamos viendo el Festival de Viña, pero nos venció el sueño y nos fuimos acostar. El terremoto nos pilló durmiendo pero yo, que tenía un mal presentimiento, había dejado toda mi ropa al lado de la cama, por si tenía que levantarme rápido. Y así tuve que hacerlo.

Hijo, te extraño inmensamente, pero quiero que sepas que estoy bien, que aunque a veces me veas bajoneada, es por el tremendo amor que te tengo y lo difícil que ha sido vivir sin ti. Pero tranquilo, porque un día más es un día menos para estar nuevamente juntos.