La Tercera cumple 74 años y hemos decidido hacer un recorrido temporal por las tres generaciones que nos han acompañado desde nuestro nacimiento, retratando los cambios culturales, políticos y económicos del país, y cómo estos han influenciado las distintas miradas de los chilenos
Y cómo nos cambió la vida
Quizás no nos conocemos tanto como creemos. Si para nuestros abuelos la salud mental era un tabú, para nuestros jóvenes es casi una norma. Solo en esa diferencia hay un pozo comunicacional. Nuestras mascotas eran guardianes y hoy son parte de la familia. Las pantrucas y el cochayuyo son platos de otra era, hoy lo que manda entre los más chicos es la comida coreana. Este especial, que tiene como marco el estudio Tres Generaciones de Chilenos realizado por Cadem para La Tercera, no solo es un ejercicio de nostalgia. También busca entender de dónde venimos porque, cuando se trata de generaciones, a veces no solo hay brechas, también puede haber pozos.
El titular principal de la primera portada de “La 3ra de la hora”, el año 1950, hablaba de un conflicto lejano: la Guerra de Corea. Por supuesto, la página tiene otras noticias más relevantes a nivel local, como el alza en el precio de la leche condensada.
Éramos, por supuesto, muchos menos chilenos que hoy. Para 1952, cuando Chile estaba cerrando el período político llamado de los “Gobiernos Radicales”, tenía casi 6 millones de habitantes, según el Censo de la época.
Y somos más, por supuesto, porque vivimos más. Mientras que la esperanza de vida era de 54,8 años entre 1950 y 1955, hoy envejecemos bastante más y el promedio se eleva a 83,4 años.
El aumento más importante en la esperanza de vida se produjo en la década del 80, con más de 10 puntos porcentuales entre el 50 y los 80. Los hombres en promedio aumentaron en 10 años y las mujeres, 14.
Para 1960 el porcentaje de desnutrición, según ONU, aún llegaba al 37%. La política del “medio litro de leche”, que comienza en los 70, aumentó la edad de los beneficiarios hasta los 15 años y en 1974 nace la famosa leche Purita, producto creado para mejorar la efectividad del programa, con el doble de porcentaje de materia grasa.
Estas políticas permitieron que para la década del 80 la cifra de desnutrición bajara considerablemente hasta casi ser erradicada en el país, y alcanzando cifras de países desarrollados.
En los 90, como explica el médico Fernando Vio, exdirector del INTA y experto en nutrición, son varias las condiciones que generan una tormenta perfecta para aumentar la obesidad
Con la llegada del Burger Inn, en 1976, y de McDonalds, en 1990, las cifras de sobrepeso y obesidad llegaron a los niveles más altos registrados. En 2023 el sobrepeso, obesidad u obesidad severa se elevó sobre el 50% en los niños de primero básico.
Pero hay otra costumbre nacional que sigue contribuyendo a los índices de obesidad: La once como reemplazo de la comida de la noche, como relata Álvaro Peralta Sainz (Don Tinto), en su reportaje “Comer en Chile: de la escasez y el ingenio, a la sobreoferta y sobrealimentación”.
Por supuesto, en estos 74 años Chile no solo creció en cantidad, si no también en diversidad. La población extranjera tuvo un aumento exponencial. Hoy viven en Chile 1 millón y medio más de migrantes.
La gran ola migratoria queda a la vista con los datos del Censo de 2017. Mientras que 15 años atrás, el país solo contabilizaba poco menos de 200 mil migrantes, en 2017 son casi 750 mil.
¿Qué países componen predominantemente la población migrante hoy en Chile?
El contraste es notorio respecto a la religión católica. En la década del 50 casi el 90% de los chilenos declaraba profesar esta religión.
Mientras que para la visita del papa Juan Pablo II, en 1987, su visita congregó a 80 mil jóvenes en el Estadio Nacional. En enero de 2018, cuando el papa Francisco visitó el país, logró congregar a solo 40 mil jóvenes en el Templo Votivo de Maipú.
Izikson enlaza este cambio también con la composición de los hogares y las familias. Pues, así como disminuye el número de creyentes, los matrimonios también comenzaron a descender con la llegada del nuevo milenio.
Si en 1952 la tasa de nupcialidad era
Para el 2021 la cifra bajó en 5 puntos llegando a
También los chilenos empezaron a casarse después. En los 50, el promedio de edad para contraer matrimonio era 24,2 años, hoy es 37,2. Es decir, 13 años más.
En consecuencia, los solteros aumentan de un 25% en 1952, a un 34,6 en 2002. También crece el número de parejas separadas. La Ley de Divorcio de 2004, que llegó tras décadas de debate, marcó un hito en la sociedad chilena. A 20 años de la creación de la normativa, se han realizado
Y según cifras del Registro Civil, en 2009 se produjo un “peak” llegando a 53.559 divorcios en un año.
La composición de los hogares también refleja la baja en la tasa de natalidad. Mientras que en la década del 70 era de 27,2%. En los 2000 llegó al 16,4%, y ya para 2020, el descenso llegó a 10%.
Hoy las familias tienen menos niños, y los nombres también se han ido diversificando. Si en los 50 eran José y María los nombres de moda, en 2023 son Mateo y Emma, apareciendo además otros nombres menos tradicionales como Isabella, Mia, Liam y Máximo.
Con más solteros y menos hijos, los hogares se hacen más pequeños. Mientras que en 1960 había 5,4 personas por hogar, la cifra disminuye en más de dos puntos en casi 6 décadas. En 2017, la cifra llegó a
En 1992, Chile se conectó por primera vez a internet, tres años después del lanzamiento de la red mundial en 1989. Este hito fue liderado por el ingeniero y académico José Miguel Piquer, conocido como “el padre de la web en Chile”. En 1993, Piquer, junto a un grupo de alumnos de la Universidad de Chile, creó el primer sitio web nacional, de decir, con dominio .cl: www.dcc.uchile.cl
Cuatro años después, La Tercera lanzó su primera portada online, publicada el 7 de julio de 1997. Ese mismo año, a nivel global, se registraba el dominio de Google, un hito que marcaría el comienzo de una nueva era en el acceso a la información.
El año 2000, la cantidad de clientes con internet llegaba a casi 600 mil en Chile. Para ese momento, había 4,8 personas con acceso a internet por cada 100 habitantes.
La siguiente gran irrupción tecnológica fueron los celulares. Los primeros teléfonos móviles llegaron a Chile en 1989, aunque la real masificación vino en los 2000, cuando ya se contabilizaban
Ya en 2004 comenzaron a funcionar en Chile los smartphones, y para 2023 había más celulares que personas en Chile, llegando a
El avance tecnológico en Chile no solo se reflejó en el crecimiento de la conectividad, las calles también han vivido cambios. En 1966, la cantidad de vehículos motorizados en circulación llegó a 39.796 y para el 2023 esta cifra alcanzó casi los 6 millones.
En 57 años el total de autos alcanzó un 160% de aumento. Durante el 2024 la marca de autos más vendida en Chile fue Toyota.
Es fácil creer que los chilenos que nacieron junto con el diario (64-74 años), los que crecieron en los 80 (40-49 años) y quienes hoy están recién cumpliendo la mayoría de edad (18-25 años) tienen poco en común, habiendo vivido épocas tan distintas. Sin embargo, aunque en algunos aspectos se diferencian notablemente, hay otros puntos en que se encuentran.
El uso del celular y el consumo de redes sociales genera una primera distancia entre las generaciones. Mientras que el canal más frecuentemente para informarse de los jóvenes (18-25) es Instagram.
Quienes nacieron entre el 1950 y el 1970, utilizan Whatsapp de forma más frecuente como canal informativo, llegando a un 77%.
Respecto a los niveles de confianza en los medios de comunicación, en los más jóvenes es más bajo que entre los mayores, promediando apenas un 30,75%.
Los tres segmentos coinciden en que la radio es el medio más fiable, subiendo la cifra a medida que la edad aumenta y estando todos sobre el 50% de aprobación, y llegando hasta un 71% en las personas entre 65 y 74 años.
A pesar de que todas las generaciones utilizan aplicaciones y redes sociales para informarse, transversalmente el uso de aplicaciones para citas genera muy poco interés, y en ninguno de los grupos pasa del 7%.
Para los que tienen entre 18 y 25, el primer lugar para conocer a una pareja es la universidad o instituto, aunque solo por un punto porcentual más que las celebraciones en casas de amigos, con un 26%.
Podría concluirse, además, que son más pragmáticos respecto a las relaciones. Mientras la creencia que todos tenemos un “alma gemela” o “media naranja” supera el 70% en las otras dos generaciones, en los menores alcanza solo el 53%. Lo mismo pasa con la existencia del amor a primera vista: en el grupo 18-25 no supera el 50%.
En resumen, son menos románticos, pero sí más abiertos a distintas formas de relaciones. De hecho, aunque no en su mayoría, están más dispuestos a tener una relación abierta.
Hay otros aspectos en los que los chilenos se muestran más “liberales”. Hay varios temas valóricos en los cuales hay un apoyo mayoritario de las tres generaciones, aunque sea aún mayor en el grupo de menor edad: matrimonio igualitario, eutanasia, adopción homoparental, aborto en tres casuales, cambio de identidad de género en mayores de edad y gestación surrogada, tienen todas aprobación general sobre el 50%.
Respecto a otros temas, como la legalización del consumo recreativo de marihuana en 18 años, mientras que en el grupo 18-25 el 62% lo aprueba, entre los adultos entre 65-74 la aceptación llega solo al 36%.
Por otra parte, relaciones que antes eran meramente utilitarias, como el tener una mascota para “cuidar la casa”, han mutado a lazos que tienen un rol protagónico entre las tres generaciones. Hoy las mascotas aparecen como un punto de convergencia. En todos los grupos más del 80% declara tener mascota, cifra que se eleva hasta entre los de 65-74 años al 90%.
Sobre el 75%, en las tres generaciones, los considera un miembro más de su familia y el 90%, afirma:
De la mano al amor por las mascotas, viene el amor a la naturaleza y el cuidado del medioambiente. Las acciones que todas las generaciones realizan de forma transversal, todas por sobre el 70%, son reducir el uso de energía y comprar productos biodegradables. Mientras que en los más jóvenes hay mayor preferencia por comprar productos con plástico reciclado, los mayores se inclinan por
Si temas como las mascotas o el reciclaje unen a todas las generaciones, aspectos como la felicidad y la salud mental los separan. Los índices de felicidad aumentan a medida que avanza la edad, declarándose los jóvenes minoritariamente felices. De hecho, la brecha entre los de 18-25 años y 65-74 es de un 20%.
Al igual que con la felicidad, la satisfacción con la vida es más alta con los grupos de mayor edad. Aquí, al menos, la distancia entre la generación más jóven y la de más edad es solo 11%.
Para Roberto Izikson, gerente general de Cadem, que el nivel de felicidad en los jóvenes sea más bajo que en las otras generaciones puede explicarse por dos razones: el cortoplacismo y la búsqueda de satisfacción inmediata, influenciada por la masificación de nuevas tecnologías.
La salud mental es otro indicador que nos demuestra cómo la satisfacción va aumentando a medida que pasan los años. Los jóvenes se sienten un 26% menos satisfechos con su salud mental, en comparación con el segmento de 65-74 años.
De hecho, los jóvenes declaran haber padecido de una condición o enfermedad relacionada a la salud mental un 18% más que el segmento 65-74. De hecho, un 53% del grupo 18-25 dice estar muy estresado.
Según el investigador de la Fundación Ciencia y Vida, Alejandro Bernardin, la tecnología tiene efectos importantes en la salud mental de los más jóvenes, ya que el cerebro aún no ha evolucionado al mismo ritmo en que la tecnología sí lo ha hecho.
Las cifras anteriores cobran aún más sentido al revisar que las tres generaciones sienten mayoritariamente que el país va por un “mal camino”. En el grupo de 18 a 25 años un 67% lo cree, lo que sube a 77% entre los de 40 a 49, que parecen ser los más pesimistas, aunque en los de 65 a 74 años solo baja a 73%
Con todo, los jóvenes se sienten un poco más esperanzados y el 29% sí siente que se va por buen camino.
Finalmente, ¿cómo disfrutan la vida los chilenos? Al parecer la mayoría somos bastante poco glamurosos o divertidos. La actividad que todas las generaciones realizan mayoritariamente en su tiempo libre es
La diferencia entre generaciones para este ítem es, además, muy marginal, y para todos está entre un 58% y un 61% en sus preferencias. Otras populares son hacer deporte (que llega a un 56% en el grupo 18-25), dormir siesta y salir a pasear. En los chilenos de 40-49 también destaca cuidar o pasar tiempo con los hijos (34%) y en los mayores, de 64 a 75 años destaca leer por placer con un 52%.
Otro gran placer es la comida, pero aquí los gustos definitivamente cambian según cada generación.
En cuanto a las bebidas alcohólicas, la generación de 18-25 años y la de 40-49 coinciden en que la cerveza es su trago favorito, y para los entre 65-74 el elegido es el vino.
Según Álvaro Peralta Sainz (Don Tinto), la preferencia de los adultos mayores por el vino tiene que ver con que se criaron en una época en la que la producción de vino en Chile era desmedida ante la demanda que había, porque casi nada se exportaba. Sin embargo, a finales de la década de los 70, se masificaron los refrigeradores en los comercios y las casas de los chilenos.
Frente a la suma de todas estas preferencias, ¿se sienten los chilenos orgullosos de serlo? Bastante, de hecho, considerando que el grupo que menos afirma sentirse orgulloso o muy orgulloso de ser chileno son los adultos entre 65 y 74 años, y un 58% dice sí estarlo. Las personas entre 40 y 49 años son las más orgullosas de ser chilenas (78%) y en el grupo 18-25 baja un poco, a un 65%.
Mientras que en los 70 la inflación de tres dígitos era casi habitual, el consumo de vino supera los 60 litros per cápita y viajar en avión era un lujo. Hoy tenemos el 5% de inflación, y volar es más común que antes.
Más rico y más estable. Aunque las nuevas generaciones sin duda enfrentan sus propios desafíos, distintos a los que les tocaron a sus padres y abuelos, lo concreto es que hoy los chilenos no podrían imaginarse vivir con un PIB (Producto Interno Bruto) en números negativos, una inflación de hasta 500% y altos índices de pobreza y analfabetismo. Aunque nos cueste verlo, la retrospectiva de 74 años sin duda confirma que vivimos en un país mejor.
Y es que las tres generaciones han vivido en periodos radicalmente opuestos respecto del escenario económico. Quienes hoy tienen entre 65 y 74 años enfrentaron la década de los 70 con una hiperinflación de tres dígitos y contracciones severas del PIB.
Un contexto muy diferente de quienes nacieron hacia el año 2000, que llegaron a un país con un PIB cercano al 5% anual, y con un ambiente más estable, como resultado de los cambios impulsados tras el retorno a la democracia y la autonomía del Banco Central en los 90.
Hoy, la estabilidad de precios es casi un hecho, y al comparar el promedio del Índice de Precios al Consumidor (IPC) entre las tres generaciones, las diferencias son evidentes.
Este mejoramiento de los indicadores económicos ha permitido que la calidad de vida haya mejorado de forma exponencial. Esto se refleja, por ejemplo, en el índice de desarrollo humano (IDH) elaborado por el Programa de Naciones Unidas el Desarrollo (PNUD) desde los 90, y que evalúa la esperanza de vida, el nivel educacional y de ingreso de los chilenos.
Uno de los elementos que se consideran para medir el índice de calidad humana es la educación. Aspecto que ha mejorado exponencialmente en las últimas décadas. En el año 1962 en Chile había 800.000 personas que no sabían leer ni escribir. Fue durante ese periodo en que se dio inicio a una campaña de alfabetización a nivel nacional, con especial foco en el sector campesino.
Cinco décadas después, Chile logró ser el país más alfabetizado de Latinoamérica, según un estudio realizado por la Universidad Central del Estado de Connecticut (EE.UU). Según datos de la Unesco para el año 2022, desde la implementación del plan de alfabetización “Contigo aprendo”, lanzado por el Ministerio de Educación en 2003,
Además de la disminución del analfabetismo en Chile, desde la década del 90 se ha experimentado un aumento explosivo en las personas matriculadas en la educación superior. Durante la década del 90, el porcentaje de personas matriculadas en la educación superior llegaba al 15%.
Mayor nivel educacional, precios más estables y crecimiento económico también se han traducido en mayor acceso al consumo, de la mano de las tarjetas y los créditos.
En el caso de las tarjetas de débito se produce un efecto parecido. Si en 1997 había 1.152.806 de tarjetas activas, en 2023 la cantidad sobrepasó los 25 millones. Y el uso, por cierto, es transversal para todas las generaciones: en todos los grupos más del 60% declara tener una tarjeta de débito, algo similar ocurre con las cuentas RUT (que también son débito).
Por su parte, los créditos hipotecarios y de consumo aumentan en el segmento de edad de 40 y 49 años, con un 16% y un 20% respectivamente. Mientras, sólo el 10% de quienes tienen entre 18 y 25 años declaran tener un crédito de consumo, y solo un 8% un hipotecario, aunque el 11% dice tener depósitos o inversiones en plataformas digitales.
En ese contexto, otro aspecto que aumentó explosivamente en la vida de los chilenos en las tres últimas décadas fue el aumento en el endeudamiento, llegando a niveles nunca antes registrados.
En 2012 había 1.390.127 de morosos en Dicom. Para 2023, última medición entregada por Dicom, esa cifra llegó a 4.064.643. Su peak fue en el año 2020, triplicándose la cifra de morosos.
Las tres generaciones tienen miradas y expectativas muy distintas sobre el país. Mientras el 45% de las personas mayores a 65 años sueñan con mayor estabilidad, un 30% de quienes están entre los 18-25 y 40-49 aspiran a tener estabilidad laboral/económica.
En los jóvenes, existe “una mirada más bien individual”, explica Roberto Izikson, gerente general de Cadem. En cambio, para quienes son mayores de 65 años “prima una mirada más bien colectiva de recuperar Chile. Ellos consideran que todo tiempo pasado fue mejor”.
Respecto a los temores e incertidumbres, la preocupación más grande en las generaciones mayores son la delincuencia y las drogas, temas que marcan un 41% en los segmentos de 40-49 y 65-74.
Para los jóvenes, en cambio, el temor más grande es la inestabilidad laboral, que llega al 27%. Según los expertos, esto no tiene que ver con la permanencia en un puesto de trabajo o una empresa, sino con factores psicológicos de la generación. La directora de Marketing y Comunicación de Randstad -firma multinacional de Recursos Humanos-, Natalia Zúñiga, explica que los jóvenes buscan
Otro factor que diferencia a las tres generaciones es su percepción de la situación económica, tanto personal como también la del país. Por ejemplo, el 60% de quienes tienen entre 18 y 25 años percibe de buena manera su economía actual y también, la de su familia, pero esta cifra disminuye a medida que aumenta la edad.
Pero la brecha más alta se produce con respecto a la percepción de la situación económica actual de las empresas. Entre el segmento de mayor y menor edad hay una distancia del 28%, y si por un lado en los más jóvenes el 60% la consideran como buena o muy buena, entre quienes tienen entre 65 y 74, esa cifra disminuye alcanzando un 32%.
La visión que tienen con respecto a la dificultad para acceder a una vivienda es similar. En ambos segmentos ocupa el primer lugar. El 84% de los jóvenes ve con dificultad la posibilidad de poder comprar una vivienda, y el 79% piensa lo mismo en el segmento mayor de 65 años.
Y es que, por diversas razones, cumplir el sueño de la casa propia se ha vuelto cada vez más complicado. La causa principal ha sido el aumento en el precio de las viviendas, en desmedro de los sueldos reales, a diferencia de la que se vivió en los 2000 y en la década de los 80.
El deseo, hoy lejano, de los más jóvenes de adquirir una propiedad, también se ve reflejado en la pregunta ¿qué haría con 20 millones? El 61% del grupo de 18 a 25 dice que lo usaría para pagar el pie de una casa propia. En cambio para el segmento que va entre los 40 y 49 años lo que ven más difícil de lograr es tener una pensión digna: un 81% lo menciona.
Lo mismo ocurre con respecto a los gastos. Las tres generaciones, vuelven a encontrarse en la forma en que distribuyen su presupuesto.
Es la categoría a la que los tres segmentos destinan la mayor parte de su presupuesto. El matiz está en que el 33% de los que están entre los 40-49 lo destinan a eso. Esto significa que ese segmento concentra de forma más alta ese gasto, en comparación con las otras dos generaciones.
Esto baja en más de un 10% para quienes tienen entre 18-25 y 65-74 años.
Y aunque estos son los temas financieros que ocupan buena parte de las preocupaciones de los chilenos, hay una categoría que no deja de llamar la atención:
En los tres segmentos, el presupuesto que se va a vacaciones se ubica como la cuarta prioridad, por encima de la distribución de gastos en categorías como salud y servicios básicos, solo por debajo de gastos de vivienda, supermercado y pago de deudas.
Uno de los factores que ha permitido el aumento en este ámbito tiene que ver con la llegada de aerolíneas de bajo costo (low–cost), que ofrecen tarifas base más económicas. Otro de los factores que han permitido masificar los viajes al extranjero es el “valor” del pasaporte chileno, que da acceso a 176 países sin el requerimiento de una visa.
Según el Índice Henley de Pasaportes 2024 -clasificación de pasaportes relevante a nivel global-, el documento chileno se encuentra en el lugar 16 del mundo. Además que los chilenos pueden entrar solo con carnet de identidad a países como Argentina, Bolivia, Brasil, Colombia, Ecuador, Paraguay, Perú y Uruguay.
El tema de los viajes es el “lado bonito” de los gastos de los chilenos, pero lo concreto es que, a pesar de esa distribución mensual declarada por todas las generaciones, la suficiencia de los ingresos no logra un porcentaje positivo.
Apenas con un 12% están los entre 18-25, y con un punto porcentual más arriba, los mayores de 65 años. El 41% de los adultos entre 40 y 49 dicen que no les alcanzan sus ingresos mensuales y tienen grandes dificultades financieras.
La percepción sobre la importancia de vivir en un país democrático se mantiene estable entre generaciones, aunque no es unánime.
Un 52% de los jóvenes de 18 a 25 años considera que siempre es preferible vivir en un país con un régimen democrático, cifra que baja levemente al 49% en los adultos de 40 a 49 años y al 48% en mayores de 65 años. La otra cara de esta cifra es que casi la mitad se muestra abierta o indiferente a un régimen autoritario.
La valoración que tiene los chilenos de la democracia tiene un correlato en porcentaje de participación de cada segmento en las elecciones del país. Para la segunda vuelta presidencial del año 2021, cuando el voto aun era voluntario, la mayor tasa de participantes se concentró entre quienes tenían de 20 a 29 años, según datos del Servel.
Esta cifra se mantiene casi igual en el grupo de 40-49, pero baja a 8,24% en el segmento que va entre los 60 y 69 años.
La valoración del régimen político también se relaciona en cómo se juzga el uso de la fuerza por parte de Carabineros y el ejército durante el estallido social de 2019.
Por el contrario, con un contundente 68%, los mayores de 65 años justifica la respuesta como proporcional a la violencia que se vió en las calles. Por su parte la generación intermedia, nacida entre 1975 y 1984, se acerca mucho más a la postura de los mayores, y un 62% que considera la actuación de las fuerzas del orden como adecuada.
Que en casi todos los grupos más de la mitad no vea con malos ojos un régimen autoritario, sumado a la preocupación por la delincuencia y narcotráfico, se ve por reflejada además en la valoración positiva que tienen las tres generaciones de chilenos, respecto a ciertos líderes internacionales.
Lo siguen el presidente de Francia, Emmanuel Macron y su homólogo argentino, Javier Milei.
En este contexto, Roberto Izikson, destaca que más del 40% de los encuestados señala que el próximo presidente de Chile debería adoptar un estilo de liderazgo similar al de Bukele.
Pero ni la democracia ni el autoritarismo decanta en un extremo por político. Por el contrario, consultados respecto a su identificación política, las generaciones más jóvenes decantan hacia el centro y llegan a un 60%, 7 puntos porcentuales más que los de 40-49 y 10 puntos más que los de 60-69.
La derecha gana terreno con la edad, pasando del 20% en los más jóvenes a 26% de los mayores. La izquierda se mantiene constante, con cifras que oscilan entre el 20% y el 24% en todos los grupos etarios, evidenciando una tendencia a la moderación.
Ahora, sin importar la posición política de los encuestados, las fuerzas armadas se posicionan entre las instituciones más valoradas por los chilenos.
De hecho, todas las Fuerzas Armadas, y de Orden y Seguridad, están por sobre el 70% de confianza en las tres generaciones. Por el contrario, las peor evaluadas son las instituciones del Poder Judicial y Legislativo.
A pesar de lo anterior, es interesante notar que siendo los partidos políticos la institución peor evaluada, un 20% de los jóvenes entre 18-25 aprueban su trabajo. De hecho mientras que el 27% de este grupo aprueba al Congreso, cifra que sube 35% en los Tribunales de Justicia, para los mayores ninguna de estas instituciones sube del 24%, en el mejor de los casos.