Se trata de personas que tienen una muy mala evaluación del nuevo texto constitucional. Lo particular de este grupo es que toman una postura muy dura en contra de la plurinacionalidad, la existencia de sistemas de justicia especiales y de escaños reservados para pueblos indígenas.

Sin embargo, en el contexto de una evaluación muy negativa, evalúan algo más positivamente que la Constitución consagre el derecho a acceder a una vivienda digna. Y, en esta misma línea, valoran que la Constitución declare explícitamente que Chile es un Estado social de derecho. Estos temas -vivienda y derechos sociales- ocupan un lugar protagónico en la lista de prioridades constitucionales de este grupo.

La visión que tienen los detractores duros sobre la Constitución actual es positiva. Tienden a creer que permitió la transición ordenada de una dictadura a una democracia y que dio estabilidad política durante décadas. Además, permitió reducir la pobreza y trajo desarrollo económico. También tienden a compartir la idea de que la Constitución vigente se ha podido adaptar a través de reformas.

La evaluación es mala. Piensan que la Convención fue incapaz de procesar diferencias de opinión y que actuó poco democráticamente. En fin, según este grupo, la Convención no estuvo a la altura del desafío.

La evaluación es negativa. En primer lugar, los detractores duros piensan que este texto refleja la visión política de solo una parte del país. Además, opinan que propone un sistema de gobierno poco resolutivo y que atenta contra la unidad de la nación.

Solo la mitad de los detractores duros se siente bastante o muy informado sobre el contenido de la eventual nueva Constitución. Sin embargo, están convencidos de que las constituciones son fundamentales para el desarrollo de los países y, por lo tanto, están muy interesados en votar en el plebiscito de salida. La gran mayoría dice que definitivamente sí votará el 4 de septiembre y, además, que tienen "muy" decidido su voto.

En el plebiscito de entrada la mayor parte de los rechazadores duros (42%) dice que votó Rechazo, pero una parte importante (32%) dice haber votado Apruebo. Ahora bien, tiende a existir hoy cierto consenso dentro de este grupo (55%) que la mejor opción para Chile en ese momento habría sido el Rechazo.

La mayoría cree que en el plebiscito de salida va a ganar el Rechazo. En caso de que eso ocurra, la principal emoción que sentirían es confianza. Y, en segundo lugar, alegría y optimismo. En el caso de ganar el Apruebo, la principal emoción que sentirían es miedo e inquietud. Este miedo estaría acompañado también de algo de tristeza y desaliento.

En el caso de ganar el Apruebo, piensan que debieran comenzar a hacerse ajustes de inmediato al nuevo texto constitucional y, en el caso de que gane el Rechazo, también piensan que se le debieran introducir modificaciones a la Constitución vigente. Si gana el Apruebo, la expectativa de los rechazadores duros sobre lo que harán los políticos de izquierda es ambivalente, pero gana la confianza. Es decir, tienden a creer que los políticos de izquierda sí tratarán de incorporar ajustes a la eventual nueva Constitución. Si gana el Rechazo, confían completamente en los políticos de derecha cuando ellos dicen que trabajarán para incorporar cambios significativos a la Constitución vigente. No están por un nuevo proceso de redacción ni por una nueva Convención.

Se trata de una mirada aún más negativa que los críticos distantes. Prácticamente todos creen que Chile está en decadencia o estancado y que las cosas van a estar peor.

En general tienden a asumir una postura contraria a la idea del aborto bajo cualquier circunstancia y cierta resistencia a la adopción homoparental. Tienden a tener, en comparación con los otros grupos, una visión más bien pro mercado que pro Estado. Sin embargo, si estuvieran obligados a elegir, se inclinarían por fomentar una distribución equitativa de los ingresos más que un crecimiento económico alto. En general, se inclinan también más por políticas públicas universales que focalizadas.