Violeta (no es su verdadero nombre) viene del norte y hasta aquel lunes 21 de octubre sus días en la capital no habían sido fáciles. Estar lejos de su familia en días que escuchaba disparos y gritos de la gente la tenía muy triste y angustiada. Pero ese día decidió salir por primera vez de su casa desde que se decretó el estado de emergencia. Junto a un primo, caminaron desde la Usach hasta Irarrázaval.
“Vimos cómo empezaban a atacar a manifestantes pacíficos sin ninguna razón. En ese momento tuvimos que arrancar, ya que estaba muy asustada”.
Ya instalada en el que sería su albergue para la noche, vio desde la ventana cómo las calles se vaciaban. Eran las ocho de la noche y el toque de queda comenzaba a aplicarse. Violeta, cantante lírica de 26 años, quiso entonces motivar a sus vecinos a través de la música.
La idea, cuenta, surgió originalmente de Paula Advis, cellista, quien a través de su cuenta de Instagram citó a todos los músicos a salir a sus terrazas a interpretar canciones de Víctor Jara para unirse a las cacerolas.
Ya eran casi las 11, pero el ruido de los cacerolazos, los helicópteros y los disparos continuaban. Nadie podía conciliar el sueño. El periodista Juan Pablo Viluñir, quien vive en Santiago Centro, era también parte de esa manifestación. “Esa noche estuvimos casi tres horas compartiendo desde nuestros hogares cantando y pasando el toque de queda en comunidad”, dice.
Pero, de pronto, el sonido de las incesantes cacerolas se desvaneció y toda la atención del barrio de Portugal con Avenida Matta se centró en la ventana de uno de los departamentos vecinos. Desde allí, iluminada con luces especiales, una misteriosa pero acongojante voz comenzó a cantar versiones líricas y a capella de Víctor Jara. Juan Pablo se quedó en silencio contemplando el espectáculo.
Comenzó con el El Derecho de Vivir en Paz, canción que se ha convertido en uno de los himnos de este movimiento. Luego siguió con La Cocinerita y después con la inconfundible Te Recuerdo Amanda. Fue allí cuando Viluñir decidió tomar su celular y registrar lo ocurrido para compartirlo en su cuenta de Twitter. Una interpretación así debía ser vista por todos, reflexiona.
“Me han llegado muchos comentarios de extranjeros, que valoran y recuerdan la importancia de Víctor Jara tanto como músico, pero también como un símbolo de lucha ante el desmedido actuar policial y militar contra gente que pide una vida digna y sin abusos”, explica Viluñir.
Su video rápidamente explotó en Twitter. Con casi 30 mil retuits y notas en medios de Chile y el mundo, solo desde su posteo original el registro tuvo 1,8 millones de reproducciones. Por supuesto, él no fue el único en grabar.
Con todo. Violeta no se imaginó lo que sucedería con su canto. “Salí a cantar para los vecinos que estaban encerrados en sus hogares, pero nunca pensando que esto se haría viral. Por un momento olvidé que existían las redes sociales”, confiesa.
Tras su actuación, varios vecinos músicos se sumaron –violinistas, cantantes, guitarristas, acordeonistas–, y más, quienes accedían a tocar el bis que la gente pedía desde sus casas, emoción a la que luego se sumarían las miles de personas alrededor del mundo que vieron el video por internet.
Con tanta visibilidad, ¿por qué Violeta prefiere mantener su identidad en reserva? La respuesta es simple: “Yo canté para el pueblo, no para hacerme famosa, siento que perdería el enfoque de estos tiempos tan difíciles. Fue mi manera de manifestarme y así seguirá siendo”.