Nuestros celulares se han transformado en una herramienta poderosa para registrar cada momento de nuestras vidas y compartirlas a través de la web. Este mes no ha sido la excepción. Las redes sociales han sido utilizadas para registrar el estallido social que desde el pasado 18 de octubre ha remecido a Chile.
A través de ellas, chilenos y personas de todo el mudo vieron a los primeros estudiantes que saltaron los torniquetes del Metro a modo de protesta, y de cómo esa acción desencadenó una movilización que terminó con varias estaciones de ese mismo medio de movilización quemadas, un toque de queda y marchas multitudinarias. "Caceroleos", barricadas, saqueos y destrucción, los enfrentamientos entre la policía y los manifestantes, de casi todo hubo registro a través de videos y fotografías realizadas por personas comunes y corrientes.
En el proceso, nos encontramos con varios desafíos y dificultades. Por esta misma razón nos esforzamos siempre en ser respetuosos con las personas que contactamos.
Primero enfrentamos la rápida viralización de los contenidos, con muchas personas descargando y subiendo los mismos videos (en la mayoría de los casos sin dar los créditos respectivos). Por supuesto, queríamos saber quién era la voz tras ese primer Baila Pikachu.“¡Se nos cayó el Pikachu!”, grita el joven que graba tras dar una carcajada. Aunque su video está en todos lados, nunca pudimos hallarlo.
En otros casos, las personas que grabaron los videos no quisieron ser entrevistadas. Algunas expresaron abierto desinterés o reticencia a hablar, como en el video donde una patrulla de Carabineros atropella a un joven en el centro, cerca del Metro Universidad Católica.
La joven que grabó a Abel Acuña siendo auxiliado por el SAMU en Plaza Italia antes de fallecer, el viernes 15 de noviembre, nos respondió que ya había compartido su testimonio de manera pública y que, habiéndole entregado los videos a la familia, no tenía más que decir.
Otros también expresaron abiertamente su preocupación frente la exposición que les significaría hablar con la prensa o, por el contrario, su abierto entusiasmo. El miedo a posibles represalias fue también un factor De hecho, algunos de los contactados terminaron borrando los videos originales de sus cuentas personales, aunque estos ya se habían replicado en innumerables ocasiones en redes sociales.
Asimismo, decidimos no indagar en algunos videos cuya reproducción podía significar la revictimización de los involucrados. Un ejemplo es el arresto, por parte de Carabineros, a un grupo de niños menores de 14 años, en Villa Alemana.
AMA, Testigo en Línea, Archivando Chile y Chile Registra, son algunas de las iniciativas. Nicolás Ríos, cocreador de Chile Registra, comenta que decidieron crear “una superbase de datos en base a otras bases, para que todas hablaran entre ellas”. Hasta ahora, cuentan con cinco carpetas de Google Drive donde almacenan contenido, el que crece día a día.
“El material es de libre acceso e intentamos rastrearlo para llegar a sus autores, lo cual no siempre es posible. Todos pueden ver el contenido, pero no los nombres de sus autores, porque queremos resguardarlos. Lo hacemos solo en casos excepcionales a miembros de la prensa y ciertas organizaciones. Muchas personas no quieren ser expuestas por miedo ”, comenta.
Aunque muchos videos quedaron fuera de nuestra lista, los que están muestran las diversas caras que ha tenido este movimiento social. Uno que abrió por primera vez un real debate en el mundo político respecto de la creación de una nueva Constitución y que ha empujado numerosas reformas que no estaban en el programa del actual gobierno. Uno que también ha hecho tambalear la economía y que ha puesto en cuestionamiento la imagen de estabilidad que Chile tenía frente al mundo.
Esta es una historia que aún se sigue contando. Sin duda, los videos de la gente y las redes sociales seguirán siendo parte de ese relato.